¿Sabes qué es lo que más duele? leer la indiferencia... pero eso me gano, por dormir de más y sin avisar, por no acudir a tu llamado, por no prestar atención en el momento preciso en que expresas tus ganas de mí y por no atinarle o atinarle a la perfección al instante en que decides juntar las dos palabras que te hacían falta.
Carajo, que no eres tú, que no es contigo, que me dedico a mí y a todo al mismo tiempo, pero repetirlo ya suena a excusa, barata y pendeja, al fin excusa...
Tus palabras me carcomen el cursi rayito de felicidad que me propinó un cierto recuerdo de ti hace un suspiro o más. Uno bonito, uno sencillo, uno nuestro... me decidí a compartírtelo en este mismo instante, ¿y con qué me encuentro? con una catarsis que no esperaba... la daga, el arte, las dos, la vida sin mí, la vida de ti... ¡qué lío!
Pero está bien ¿no?, debería alegrarme, era lo que buscabas, a pesar de eso de lo que aún careces quiero pensar que en efecto, te sientes mejor... así que yo... ¿en qué posición debería encontrarme? ¿soy de ti? ¿soy contigo? ¿soy otra? ¿soy nada?... ¡A! quiero gritar, gritarte, que sepas cuánto siento, qué sepas qué es y en qué se convierte... que entiendas quien soy o corrobores que no soy más que una mala persona, que me odies y me ames, y no te alejes y me abraces, y me llores y me hagas llorar como ya me hace falta, y me comas con tu iris tan dentro del labio que me muerdo y me digas lo hermosa que soy y lo mal que te hago...
Duele no inspirarte, no escucharte, ahora duele el silencio que antes contemplaba, ahora duele las palabras que ya no te nacen, duele no engatusarte con mi ternura... duele no ser Ella... o precisamente serlo...
Me siento culpable, o tal vez no... pero me duele, once and again...