Entra, deja y camina por los mismos mosaicos, uno en el centro, uno por la línea… alternando como ayer, sin pensar y sin errar…
Encuentra las miradas de una y la otra, las mujeres de su vida, sonríe ligeramente y ahora sus ojos hacia la primera pared que se ve desde la ventana donde se recarga. Mantenerse ahí, así, es como darle la razón a su pasado; la derecha en cambio, indica aceptar el ahora, el justo ahora. Pero a pedir de nuestra autonomía… mirar hacia un lado o el otro resulta en lo mismo, exactos caminos opuestos. Se ha vuelto una víctima forzada de sus propias decisiones y se se burla de mí de vez en cuando sufriendo por lo determinante de sus actos pasados, sin reparar en lo digna que no es de esas lágrimas que ya no derrama…
Ha superado, como pocas cosas, la frustración de aquello que la hacía enfadar, ¿se acordará qué era? casi puede ver esa risa inocentemente burlona, y esa mirada que desnudaba la mente y sólo dejaba cabida al pensamiento de siempre: Tendrá razón. Tonta. ¡Siempre se la diste! y ahora te emocionas, pensando en excelentes argumentos para demostrarle que así es, en el escenario de una discusión que ya no recuerdan, una que terminó hace años, seguramente con su amor en un abrazo… Niña, niña… nunca fue con el afán de joderte la vida.
Regresa, que cierres la ventana, porque hace frío.
Quién sabe tú, al menos ella sí se acuerda… al llegar a casa y caminar los mosaicos y de vez en cuando contemplar el paisaje que ya no admiras. Cruza sus brazos, se ausenta un instante y piensa… en el aliento de cada palabra y la falsa frialdad de cada caricia, a veces en tu vida paralela llena de éxitos y mil peldaños, a veces en las rosas del camerino, las que nunca llegarán, porque dudo que lo tenga; pero la querías... no es pregunta, yo sé que la querías. Por eso no puedo culparte, aventurero de las palabras, los hombres como tú crecen y andan tan lejos como llegan sus sueños, y tú además, benévolo desvergonzado, seguro sonríes a sabiendas de que no le diste una sola razón para guardarte rencor, para evitar recordarte y revivir el innegable encanto de sus días contigo... con Ella.
Monstruo, siempre miraste más allá… siempre quise quedarme… a cerrar la ventana y escuchar los relatos de las mujeres de mi vida.